El entorno empresarial actual se encuentra sometido a cambios continuos, es por ello por lo que las organizaciones están adoptando nuevas formas ágiles de trabajo. Para desarrollar y generar proyectos, productos e iniciativas estratégicas que sean exitosas hoy día, se requiere más que nunca un marco de trabajo dentro del cual, además de emplear varios procesos y técnicas probadas, se obtenga mayor precisión en términos de tiempo y costo. Pero también se requiere que los criterios de aceptación de sus entregables cumplan satisfactoriamente con las necesidades de las áreas usuarias (cliente interno) o en su defecto, del cliente externo o a quien se ofrece el producto.
La gestión ágil (“agile”) es mucho más que una metodología para el desarrollo de proyectos que precisan de rapidez y flexibilidad. Es en realidad una filosofía que supone una forma distinta de trabajar y de organizarse de tal forma que cada proyecto o iniciativa se divide en pequeñas secciones que tienen que completarse y entregarse en pocas semanas. Es también una técnica para el desarrollo iterativo e incremental que involucra la colaboración entre equipos y se basa básicamente en la idea de mejorar las capacidades de los trabajadores y facilitar el trabajo y también para completar el trabajo de una manera eficiente y efectiva. Las secciones divididas ayudan a la administración a completar el proyecto de manera holística y con el patrón adecuado sin ningún error. Esto es muy útil para ahorrar los recursos de la empresa y entregar el proyecto a tiempo. El objetivo final de todo esto es desarrollar productos y servicios de calidad que respondan a las necesidades de unos clientes cuyas prioridades cambian a una velocidad cada vez mayor.

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